18 de marzo de 2007

Hoy soñé algo maravilloso.


Me encontraba algo desanimada en la mañana, siempre me sucede, como si tuviera una montaña de sueño guardado de tantas malas noches. Estaba enojada con la luz del día y pensaba, en la comodidad de mi cama, oyendo a lo lejos la radio que pone mi papi las mañanas, que sin política el mundo sería un lugar diferente.

Empecé a escuchar la música de mi celular. Pasé rápidamente algunas canciones, y mientras oía “Hijo de la Luna” me imaginaba un baile de máscaras en el que bailaba sin parar junto a un completo desconocido, con un vestido largo de varios colores que caía por el peso de la tela y daba vueltas como cuando lo hacían mis vestidos cuando era pequeña. Las luces de colores morados, rosados, jugaban entre nuestros pies. No se cuando me dormí, mi celular ya no sonaba. A lo lejos escuché una canción, aun dormía.

Estaba viendo la escena como un ser superior, veía como una cámara gigante hacía tomas de personas por completo desconocidas para mi, pero eran personas comunes, trabajadoras, madres, padres, hijos, hijas, familias. Parecía que les hacían algunas preguntas y ellos respondían con una sonrisa. Estaba feliz, saber que la gente sonreía y a pesar de sus ocupadas vidas tenían el tiempo de contestar aquel cuestionario que no podía escuchar y que escuchaban y que sonreían.

Como en un túnel del tiempo todas esas personas fueron trasladadas a un lugar maravilloso. Se iba a realizar una fiesta gigante, una fiesta con todas esas personas que no tenían ninguna relación entre ellas y nunca se conocieron pero que solo por el hecho de ser humanas estaban invitadas. Vi como un programa captaba su llegada a un lugar enorme, lleno de canceles gigantes. Ellos abrieron los canceles y comenzaron a sacar ropa nueva, todos estaban alistándose para la fiesta, parecía que cada uno tenía un cancel para cada uno, comencé a sentirme emocionada, la alegría que transmitían esas personas era contagiosa, empecé a llorar de la alegría, todos eran tan felices.

Luego de vestirse y arreglarse, pasaron a la sala de banquetes, era enorme, y parecía que el mundo entero estaba de fiesta. Había personas que llegaban tarde y ese fue el final de mi sueño. Vi a un señor gruñón llegar a la fiesta, y dijo “Ah! Llegué tarde, es decir que no debe haber nada para mi” y yo le dije, No señor, hay un barbequeu (era como si yo supiera exactamente lo que la gente necesitaba para ser feliz), en la colina cinco que está esperándolo. El cambio de su cara fue lo que más me llenó de dicha, parecía como si fuera un niño al que se le hubiera dado su juguete favorito por Navidad.

No sabía que pensar cuando me desperté, no había llorado en verdad, solo en el sueño, pero me sentía feliz. Me di cuenta que la felicidad verdadera no reside en complacerte a ti mismo sino en complacer a todos lo demás, ya que al darles felicidad a los demás, te hace a ti infinitamente feliz.

Somos meros instrumentos de felicidad amigos (as) mios… es hora de levantarnos y ser felices, haciendo feliz a alguien más.


P.D.: Está bien, se que suena demasiado optimista, talvés demasiado alegre o quien sabe, pero eso fue lo que soñé...

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